Según las estadísticas, los
holandeses son de media los más altos del mundo. Llevo menos de una
semana en Rotterdam y ya lo he podido comprobar: en algunas sillas no me
llegan los pies al suelo, poner los productos en la caja del
supermercado es un ejercicio de lanzamiento y esto, más o menos, es
lo que veo de mí en el espejo del baño.
Como no hay dos sin tres, me uno a la
conquista holandesa que han abierto Lola y Carmen. No sé de dónde nace esta energía y la seguridad de que todo va a salir bien, pero
tengo el firme convencimiento de que con paciencia, trabajo y tesón,
dentro de un tiempo estaré (aunque sólo sea metafóricamente) a la
altura de los holandeses.
Tot ziens!